FUERZA para la LONGEVIDAD

El entrenamiento de fuerza -moviendo como mínimo pesos equivalentes a un 25% de tu propia masa corporal- promueve la buena salud en general, reduce el riesgo de desarrollar enfermedades degenerativas y se correlaciona con una mayor longevidad. Si bien existe consenso acerca del beneficio de la actividad física en general, la diferencia en el impacto de diferentes modalidades de esfuerzo sobre el organismo es inmensa. Para muchos, «ejercicio» significa caminar, trotar, hacer Pilates, correr en la cinta u otras actividades que elevan la frecuencia cardíaca, incluso jugar al golf (Perdónalos Señor, no saben lo que hacen). Los efectos fisiológicos de estas actividades no se acercan ni remotamente al impacto sistémico del entrenamiento de fuerza. Ninguna de esas actividades detendrá la atroz perdida de tejido muscular (sarcopenia) y fuerza funcional que viene con la universal declinación de todas nuestras hormonas- resultante de la edad.

A partir de los 45 años, el entrenamiento de fuerza es fundamental para preservar la capacidad de realizar las actividades más cotidianas y mantener una vida activa e independiente (incluyendo la íntima modalidad deportiva descrita en el Kamasutra y el Anangaranga). En promedio, al cumplir 70 años, una persona habrá perdido aproximadamente una cuarta parte de la fuerza muscular y la movilidad que tenía a los 30… y más de la mitad al cumplir los 80. El ejercicio aeróbico no es capaz de detener la sarcopenia (pérdida de tejido muscular activo) que sobreviene con la depauperación hormonal asociada a la edad. A menos que se haga entrenamiento de fuerza, la persona inevitablemente se debilitará y será menos funcional.

 

Del Blog de Ernesto Prieto Gratacos


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